1 marzo, 2020

UN ESCENARIO IMPENSADO QUE TRASTOCA VALORES HUMANOS Y ENALTECE AL SISTEMA SANITARIO

El mundo al compás de la pandemia

En tiempos de una pandemia inusitada como la del coronavirus, para la que ningún país del mundo estaba preparado, la aldea global se enfrenta a una encrucijada signada por la incertidumbre de cuándo va a parar el contagio para volver al cauce normal, si es que eso fuera posible.

En estas latitudes tuvimos la suerte de que el virus llegara más tarde. Eso nos dio cierta ventaja para contar con información rápida del desarrollo del COVID-19 en China, país donde se originó, y de Europa -con epicentro en Italia y España-, que poco después del gigante asiático se transformó en el foco más alto de contagios y muertes a manos del virus, seguido de cerca por los Estados Unidos.

Si bien la Organización Mundial de la Salud indica que la tasa de contagio del coronavirus es menor al 3%, la pandemia sigue avanzando a pasos agigantados y con ello las muertes, especialmente en los países donde llegó primero y no les dio tiempo a implementar medidas reactivas o directamente menospreciaron el alcance de la pandemia hasta que fue tarde.

En cuanto a las definiciones geopolíticas que conlleva esta situación inédita, a la luz de una visión dicotómica de la vida de los pueblos, se destacaron negativamente un puñado de gobiernos/naciones que prefirieron priorizar la productividad económica por sobre el cuidado de la vida de sus ciudadanos.

Por el contrario, la Argentina hizo gala de su fuerte historia enraizada en el Estado de Bienestar, con lo que pronto se puso en funcionamiento el aparto estatal para enfrentar este flagelo con medidas enfocadas en la protección de los habitantes. Si bien la velocidad de la pandemia empuja definiciones dinámicas y crecientes, las decisiones políticas se asentaron desde el primer momento en estudios y opiniones de la comunidad científica local e internacional, unido a los acuerdos y el trabajo mancomunado del gobierno nacional con los gobernadores e intendentes incluso de sectores de la oposición, hecho que estampilla un ejemplo trasversal para toda la sociedad: al coronavirus lo vencemos entre todos.

En esa fusión de voluntades hacia el mismo fin no podía estar ajeno el movimiento obrero que, rápidamente y en línea con la solidaridad propia del modelo sindical, puso a disposición hoteles, clínicas y sanatorios, para ayudar a enfrentar esta crisis sanitaria central, cuyas consecuencias en cuanto a contagios y fallecidos por el momento están muy por debajo del promedio estadístico.

Por otra parte, en la guerra contra el coronavirus se está dando una cierta inversión de la pirámide de valores humanos de alcance mundial. Mientras el rey dinero se viene constituyendo en el claro dominador de las acciones de las naciones e individuos detentores del poder global, hoy la cuestión económica pasa a segundo plano al ponerse en función de un objetivo mayor que es la preservación de la vida.

Los sectores de actividad y, especialmente, los trabajadores vinculados con el sistema sanitario se transforman en los héroes silenciosos que batallan sin pausa para ganarle la pulseada a este enemigo invisible que daña más que cualquier arma creada hasta hoy por el hombre. Entre esos luchadores sin tregua, los trabajadores de nuestra actividad le están poniendo el pecho a esta realidad brutal, demostrando toda la experiencia obtenida en la atención profesional de la población en las farmacias, conceptuadas como un servicio público impropio, primer centro de salud y pilar fundamental de la seguridad social.

En definitiva, algo positivo deberá dejar esta locura viral. Tal vez un caos de tal magnitud como el que trae el COVID-19 despierte la conciencia de la humanidad en un sentido más abarcativo. Tras la pandemia, seguramente el mundo será otro. La globalización tal como la conocemos no ha tenido hasta aquí todas las respuestas o, dicho desde otro ángulo, solo se ha dispuesto a profundizar la brecha de la desigualdad, dejando enormes territorios arrasados y matando de hambre a cada vez más personas excluidas de los bienes más básicos de subsistencia.

Este virus no distingue a quien ataca, aunque paradójicamente el continente más pobre como lo es África se presenta casi indemne a la pandemia, mientras el viejo continente que concentra países del primer mundo, junto a uno de los más poderosos como los Estados Unidos, están viviendo la noche más negra de su historia no bélica.

Entretanto, el aislamiento preventivo al que está forzada la sociedad mundial en general ha traído un cambio asombroso. El confinamiento del mayor depredador planetario, el hombre, ha dado como resultado el florecimiento de la naturaleza, que se ha hecho evidente en los mares, ríos y canales, en los ecosistemas con alta vegetación y también en las propias ciudades. Mientras la naturaleza respira nuevamente, el hombre deberá aprovechar esta pandemia para reaprender a vivir en armonía con el entorno natural y social, en un mundo globalizado que deberá resignificarse si quiere sobrevivir.

Roque Garzón, Secretario General

Consejo Directivo Federación Argentina de Trabajadores de Farmacia – FATFA

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