Para comprender fielmente cómo llegamos al estado de alerta y movilización, decidido el jueves 20 de septiembre en Plenario de Secretarios Generales, ante la negativa empresaria de reabrir las paritarias, es conveniente traer a la memoria las instancias de negociación que venimos realizando.
El 23 de abril de 2018 firmamos un acuerdo salarial del 19,7%, mientras buena parte de las paritarias de otros sectores no habían firmado más que el 15%. En ese momento, el nuestro era un acuerdo superador, sin embargo, en el mes de mayo se vino la debacle en el país, a tal punto que aquellos gremios que habían firmado el 15%, tuvieron el visto bueno oficial para alcanzar un 5% más, con lo cual la mayor parte llegó al 20%.
Debemos evaluar que cuando nosotros firmamos en abril conocíamos el escenario: habían definido el 12% de inflación en el presupuesto, pero ese 12% luego pasó al 15% y después al 17%. Y tras haber alcanzado nosotros el 19,7% en paritarias, este índice de inflación presunto pasó al 25%. Esto se lo habíamos advertido entonces a los empresarios y les dijimos que íbamos a tener que sentarnos en paritarias a discutir nuevamente, anclados en el artículo 53° de nuestra Convención Colectiva de Trabajo de revisión, que nos sienta a revisar la política salarial cada tres meses. La realidad es que la inflación no solo superó el 25% sino que llegó al 32%, porcentaje reconocido por el gobierno y el FMI, y posteriormente se estimó que la anual superaría el 40%. Allí se iniciaron las primeras tratativas por la reapertura paritaria.
Durante uno de esos encuentros, examinamos que el Ministerio de Trabajo resolvió, el 7 de julio, que ya no habría discusiones salariales con aumentos no remunerativos, cambio que entraría en vigencia a partir del 30 de agosto. Previendo esto, reclamamos a los sectores empresarios que ajustáramos mínimamente un 10%, para alcanzar un 30% a diciembre de 2018, antes de que se pusiera en vigencia ese decreto, con el fin de que el trabajador recibiera más dinero ante la pérdida lógica que esto significaba. Lo que obtuvimos fue una respuesta negativa.
Así llegamos a septiembre, oportunidad en que mantuvimos la reunión del Consejo Directivo y el Plenario de Secretarios Generales donde evaluamos centralmente la cuestión del salario. El cuarto intermedio dio paso al encuentro con los sectores empresarios, a quienes les planteamos que debíamos recomponer los salarios, con el fin de acercarlos a la meta inflacionaria del mes de diciembre que se establecía en un 40% -algunos economistas de renombre anticipan que superará el 45%-, pero no hubo posibilidad alguna de acordar con los representantes de los sectores empresarios.
De regreso a la reunión plenaria con los Secretarios Generales de todo el país, la negativa empresaria nos llevó a definir en conjunto el estado de alerta y movilización que incluyó las modalidades de las acciones a llevar a cabo en cada sindicato de base. En general se trató de movilizaciones desarrolladas principalmente por los cuadros de conducción y delegados, en las puertas de los establecimientos, y haciendo una volanteada de esclarecimiento a los compañeros contándoles en qué situación se encontraba la paritaria e instando a los sectores empresarios a que dieran una muestra de la situación de crisis que dicen estar pasando, en la que se escudan para no reabrir las paritarias. Si era verdad que estaban viviendo una situación crítica, lo menos que podrían haber hecho es bajar sus persianas dos horas el martes 25 de septiembre, cuando se llevó a cabo el paro nacional de actividades decretado por la CGT, en protesta por el modelo neoliberal implantado en nuestro país. Si no dan muestras públicas de que están siendo afectados, es porque ciertamente no tienen problemas y, por lo tanto, deben atender el reclamo legítimo de los trabajadores. En ese mismo volante, explicamos que si bien podemos entender algunas situaciones que pueden afectarlos, nosotros vamos a seguir reclamando por un salario digno para los trabajadores, para que puedan satisfacer sus necesidades básicas porque en una economía dolarizada como la que tenemos hoy en el país, los aumentos de precios, de tarifas, etc. son imposibles de sostener para las familias trabajadoras.
Actualmente, tenemos prevista una nueva reunión el 9 de octubre, en la cual, de no haber una respuesta favorable por parte del sector empresario, vamos a profundizar el plan de acción gremial hasta lograr nuestro objetivo ante la pérdida cuantiosa del poder adquisitivo.
Seguiremos insistiendo con este justo reclamo, y esperamos llegar al Congreso General Ordinario de la FATFA, que realizaremos el 24 y 25 de octubre en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con la novedad de un ajuste al acuerdo firmado el 23 de abril de 2018. Caso contrario, este encuentro anual se transformará en una marcha de los Delegados Congresales a las corporaciones representantes de los empresarios de farmacias, entre otras medidas que podamos resolver en esa oportunidad.
Por Eduardo Julio