2 marzo, 2017

El bien común por sobre todo

Reclamar por derechos adquiridos y el sostenimiento de la calidad de vida de la población no significa querer torcer el mandato del Gobierno.

El movimiento obrero ha sido prudente con el fin de dar tiempo al avance de las nuevas políticas prometidas por la administración macrista. Por eso, se accedió a la Mesa de Diálogo y se asumieron reuniones con los funcionarios de distintas áreas para avanzar sobre temas de interés de los trabajadores, que luego cayeron en saco roto. El colmo fue que atacaran el modelo sindical argentino pretendiendo que se flexibilicen los Convenios Colectivos de Trabajo e imponer techos paritarios. Todo tiene un límite. Asistimos a un inicio de año complejo, donde ya quedaron atrás las incertidumbres acerca de cómo sería la gestión de Cambiemos en el Gobierno. Tuvimos un largo año 2016, asistiendo a políticas que poco han ayudado a la población. Vivimos la hiperdevaluación del peso disfrazada de “fin del cepo cambiario”, la apertura de las importaciones indiscriminadas de productos que perjudicaron la industria nacional, despidos estatales masivos y permisividad a los fuertes despidos privados, tarifazos y nuevos tarifazos, atentado contra las futuras jubilaciones (al perjudicar el fondo de garantía de sustentabilidad de ANSES), los topes a las paritarias con el fin de tirar a la baja las negociaciones sindicatos-empresas, una política de entrega hacia los fondos buitres, la criminalización de la protesta social (medidas contra las marchas y paros y asechanza política a organizaciones sociales), anulación de programas sociales sin haber propiciado empleo y en un escenario de achicamiento de puestos de trabajo. Y esto es solo un puñado de medidas fáciles de visualizar y difíciles de tragar sobre todo para los sectores más desprotegidos. Para peor se hizo visible la intentona de gobernar por decreto en lugar de presentar proyectos para que se debatan en el Congreso (donde están los representantes del pueblo), y más claramente de gobernar favoreciendo a los empresarios, que además varios son funcionarios de su gobierno. Sopesa además el incumplimiento de promesas de campaña, en especial en cuanto a Ganancias, inflación, empleo y créditos. Textualmente, en su campaña Macri anunció: “Los trabajadores no van a pagar impuesto a las Ganancias”. Pero durante 2016, 50 mil trabajadores más pasaron a pagar este tributo luego de la suba del mínimo no imponible y seguirá en aumento. “Hay que crear trabajo, cuidando los que tenemos”, dijo en referencia a los empleos del sector privado. Pero los datos oficiales a diciembre 2016 muestran que la cantidad de trabajadores formales cayó en 121 mil personas desde fines de 2015. “Tenemos como objetivo económico lograr una Argentina con pobreza cero”. Sin datos oficiales comparables, las fuentes privadas coinciden en que aumentó la pobreza y calculan que hay al menos 1,2 millones de nuevos pobres. “Vamos a poner en marcha un millón de créditos hipotecarios a 30 años”. En el plan prometido por el Presidente el plazo es menor (de hasta 20 años) y los requisitos impiden el acceso a la población más necesitada.

Sin más, hasta ahora el Gobierno ha favorecido a los poderosos, perjudicado a la clase media y denostado a las clases populares. Y si faltaba algo para ver hacia dónde se dirigen los intereses del Gobierno, tenemos la política exterior, donde además de hacer acuerdos desfavorable con los fondos buitres por el pago de la deuda externa, se viene produciendo un paulatino abandono de las políticas de integración con América Latina, paralizando nuestra participación en el MERCOSUR, la UNASUR y la CELAC. Y en contraste, el gobierno ya se ha reunido con Donald Trump y anteriormente firmado pactos reservados con el presidente de los Estados Unidos Barack Obama, que quién sabe hacia dónde apuntan.

CHOQUE DE INTERESES

Todos tenemos intereses, sean personales, sectoriales, etc. y peleamos por ellos. Que exista un choque de intereses entre sectores de la población es lógico, por eso es indispensable el arbitrio del Estado para hacer sopesar el bien común por sobre los intereses, o el egoísmo en algunos casos, por sobre los de la sociedad.

Los partidos políticos, los funcionarios, los empresarios, las organizaciones sociales, los sindicatos tenemos intereses, a veces contrapuestos, pero siempre existe una instancia de discusión o negociación o diálogo para llegar a buen puerto. Si eso no ocurre, hay otros mecanismos para alcanzar soluciones. No debe ser el mercado el que decida cómo manejar el intercambio de bienes y servicios, ni el Gobierno disponer medidas que atenten contra los intereses comunes a la sociedad que lo votó. Ni los sindicatos hacer la vista gorda o salir con los tapones de punta sin antes agotar las instancias previas.

Ahora bien, ¿cómo no habría choque de intereses entre un gobierno cuyos principales funcionarios son empresarios y el interés del propio Estado, que es ni más ni menos que el pueblo? Cuando se dice que éste es un gobierno de CEOs, queda en claro que sus medidas tienden a favorecer a la parte empresaria, y eso a su vez implica que no es favorable a las clases sociales más pobres, los trabajadores (con o sin empleo). Un dato es la transferencia de recursos de los trabajadores hacia los sectores de poder, vía exención de retenciones. Salvando las distancias, otro caso es el del Correo, que administraba la familia del Presidente.

En palabras llanas, no se puede poner al lobo a cuidar las ovejas. El problema claramente es político porque si a diario se sumaran conflictos de intereses entre directivos (léase funcionarios) del Gobierno y el interés del Estado (léase el de la sociedad toda) habrá que tomar medidas de otra índole porque el Gobierno de turno es quien debe garantizar el mejoramiento de la calidad de vida de la población y no a la inversa. Acá no hay excusas, no existe herencia recibida ni situaciones agravantes que se justifiquen.

El gobierno debe tender a lograr el bienestar equitativo de la población, la justicia social que Perón fundó y que el sindicalismo defiende gobierne quien gobierne. Si la paz social se ve afectada es porque el pueblo no resiste soportar todo el peso de las malas decisiones y de medidas políticas y económicas sentenciosas sobre sus espaldas.

El año recién comienza pero las cartas ya están echadas.

Por Roque Garzón

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