3 enero, 2013

El poder adquisitivo del salario, una discusión largamente postergada

La reactivación de la economía del país producida desde el 2003 posibilitó la creación de millones de puestos de trabajo. Los sindicatos recuperaron gran cantidad de afiliados y con ello fortalecieron su representatividad frente a las patronales y el Estado. Se reinstaló la Negociación Colectiva ordenada por la ley 14.250, suspendida durante 14 años. Se celebraron miles de Convenios Colectivos de Trabajo, actualizando y adecuando sus normativas sobre condiciones de trabajo y salarios, y sumándose nuevos beneficios para los trabajadores.

Sobre remuneraciones comenzó a aplicarse un sistema de aumentos escalonados en base a un porcentaje global anual cuyas sustanciales mejoras nominales acortaron distancias con el costo de vida. Ello produjo una notable recuperación del poder adquisitivo de los ingresos de los trabajadores y un avance importante hacia una más justa participación de las ganancias que producen con su fuerza de trabajo.

Esta movilidad permanente, vigente hasta la actualidad, tiene como condición que, más allá de los valores nominales de los salarios que se pacten en paritarias, es fundamental mantener y acrecentar su capacidad adquisitiva frente a los constantes incrementos en los precios de los bienes de consumo que requieren los trabajadores y su familia.

Estas referencias y conceptualización nos permite abordar una de las principales cuestiones que merecerá especialísima atención tanto de los sindicatos y de los trabajadores representados por éstos, como del Gobierno y sus organismos específicos, como lo son los Ministerios de Trabajo y de Economía, y por supuesto de las patronales de cada sector.

Comenzaremos señalando que al inicio de la reinstalación de las paritarias en el año 2004 la participación de los trabajadores en el excedente de la actividad económica de su empresa no superaba el 25%, y que la movilidad salarial resultante de los acuerdos celebrados desde esa fecha hasta el 2011 incluido la incrementó, siendo actualmente un 40% de promedio. Sin dudas una fuerte recuperación de enorme valor, aunque todavía lejos del 50 y 50 de cuño peronista, y cuyo mérito debe reconocerse como resultado de las políticas proactivas de inclusión y justicia social del Gobierno Popular, y a los sindicatos y sus dirigentes que han aprovechado al máximo cada ocasión favorable para avanzar en tal sentido.

Sin embargo esa recuperación que hasta dicho año mantenía un ritmo ascendente, se estancó y se perciben posibilidades de retroceso.

Entonces, muy próximo a iniciarse la negociación de los convenios que deban renovarse y/o la actualización de sus escalas salariales que regirán este año 2013, consolidar e incrementar el poder adquisitivo de los salarios debiera ser marco de referencia insoslayable para fijar los nuevos salarios. Será o debiera ser este aspecto sobre el que gire la puja negociadora, que estará más allá de los porcentajes que las partes peticionen u ofrezcan. Y cabe señalar que todas las empresas, grandes, medianas y pequeñas, han obtenido crecientemente ganancias muy superiores a su capital de giro y están en excelentes condiciones para hacer frente a esta discusión ejercitando la responsabilidad social empresaria (RSE), dejando de lado alguna vez su proverbial actitud mezquina e insolidaria. Y que no se diga que pretendemos que hagan beneficencia, sino que se dispongan a ceder parte de sus ganancias para dar a cada uno lo justo, tratando de comprender aquel axioma moral de “que nadie se realiza en una sociedad que no se realiza”. La Argentina del tercer milenio cambió su rumbo. De aquel que nos llevó “al subsuelo del infierno”, vamos hoy paso a paso construyendo una sociedad más justa. Las iniquidades de las políticas públicas de los años noventa son ya referencias dolorosas que el pueblo, los trabajadores, no permitirán que vuelvan so pretexto de las crisis de otras latitudes. Nunca más las condiciones socioeconómicas de los trabajadores como variables de ajustes ni tampoco la postergación de sus legítimos e inalienables derechos a una vida digna de ser vivida. En este marco se inscribe el planteo y la demanda de que en las tratativas de las actualizaciones salariales, el Gobierno a través del Ministerio de Trabajo promueva un diálogo fructífero y no renuncie a su rol de impulsar la justicia social, y las Cámaras Patronales que integren las Comisiones Paritarias no se escuden en supuestas dificultades sectoriales del momento, ya que llevan mucho tiempo acumulando ganancias sobre ganancias, es decir que cuentan con reservas suficientes para otorgar mejores salarios no solamente nominales, sino también que represente un avance en la recuperación de su poder adquisitivo.

Los trabajadores esperan confiados en su propia fortaleza y la de las Organizaciones Sindicales que los representan, tienen la paciencia necesaria que requiere un proceso como lo es la negociación colectiva en el marco de la ley. Así también cuando se les agota la paciencia son capaces de “hacer tronar el escarmiento”. Sería bueno que los que se enriquecen con su esfuerzo lo tengan en cuenta y después no digan que no les avisamos.

Por Manuel Reyes

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